Cuando más de lo mismo no funciona: la terapia sistémica y el modelo de Palo Alto

A veces, cuanto más intentamos solucionar un problema, más lo reforzamos.
¿Te suena?

  • Un padre que insiste cada día en que su hijo estudie… y el hijo estudia menos.
  • Una pareja que habla una y otra vez de lo mismo… y cada vez se aleja más.
  • Una persona que intenta constantemente calmar su ansiedad… y se siente cada vez más ansiosa.

Estas paradojas están en el corazón del modelo sistémico del MRI de Palo Alto, uno de los enfoques más influyentes de la psicoterapia breve y estratégica. Desarrollada en los años 60 en el Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto (California), esta corriente parte de una idea simple pero revolucionaria:

No hay que buscar “la causa” del problema en el pasado, sino entender cómo se mantiene en el presente.

Y especialmente, cómo las soluciones intentadas, por la persona o su entorno, están alimentando sin querer el problema.

Un caso ilustrativo: 

Clara es madre de un adolescente, Leo, que lleva meses encerrado en su habitación. Apenas habla con ella, no sale, duerme de día y juega videojuegos de noche. Clara ha probado de todo: hablar con calma, castigarle, premiarle, llevarle al médico… pero nada funciona.

Solución intentada principal
Clara insiste cada día en hablar con Leo, le pregunta cómo está, le ofrece ayuda, le dice que se preocupe por su futuro. Cuanto más insiste, más Leo se encierra y evita el contacto.

Intervención estratégica
En vez de reforzar la pauta habitual (“madre preocupada que persigue / hijo que se aleja”), proponemos a Clara que deje de hablarle durante 3 días, salvo que él inicie el contacto. Y si lo hace, que no hable de su estado, sino que simplemente comparta alguna anécdota cotidiana sin pedirle nada a cambio.

Resultado
Al tercer día, Leo sale y le pregunta si pasa algo. La dinámica cambia. Sin presión, Leo empieza poco a poco a acercarse. No es una “cura mágica”, pero el patrón se rompe y se abre un nuevo espacio relacional.

Claves del modelo: 

  1. Analiza el problema como parte de un sistema de relaciones, no como algo “interno” al paciente.
  2. Se enfoca en lo que las personas hacen para resolver el problema, no solo en el problema en sí.
  3. Introduce pequeños cambios estratégicos, a veces contraintuitivos, que desmantelan la lógica del síntoma.
  4. Evita etiquetas diagnósticas y trabaja con objetivos concretos.
  5. Interviene en pocas sesiones, buscando cambios rápidos, sostenibles y significativos.

¿Para quién puede resultar útil?

  • Familias que se sienten atrapadas en “círculos viciosos” de convivencia.
  • Personas con bloqueos que se agravan cuanto más intentan resolverlos.
  • Parejas que repiten el mismo conflicto sin salida.
  • Adolescentes con comportamientos resistentes al cambio.
  • Consultas donde el problema parece “inexplicable” o “sin motivo aparente”.

“El problema no es el problema. El problema es cómo tratamos de solucionarlo.”
— Paul Watzlawick